OFF. Móviles y ordenadores apagados.
Así comenzó nuestro Day Without Screens en La Plaza, que es como llamamos a la oficina de Carlitos y Patricia.
Fuimos llegando y nos reunimos improvisadamente en la cocina para hacernos un café. Comenzamos a charlar mirándonos a la cara en vez de correr a empotrarnos delante del ordenador. No habían pasado ni tres minutos y era evidente que sería un día diferente. Hasta nos tomamos nuestro tiempo para hacernos un zumo de naranja natural. ¿Estamos siempre TAN liados que no podemos ni exprimirnos un simple zumo? Da que pensar.
Nos sentamos a desayunar juntos para charlar sobre cómo llevaríamos la jornada. Daba la sensación de que había tiempo para todo, sin prisas, sin el corre corre, sin emails (Gracias!). Estaba claro que sería un día peculiar y nos movíamos torpemente sin saber muy bien qué hacer.
Una cosa que no piensas cuando apagas tus pantallas es "¿cómo voy a ver la hora?". Menos mal que Nuria es de esas personas que siguen usando reloj de mano antes de que Apple nos coloque de nuevo uno en la muñeca a todos. La pobre nos pasó reporte horario cada diez minutos durante todo el día.
Como sin pantallas tuvimos que decirle también bye bye a Spotify, pusimos los singles de vinilo que trajo Carlitos de cuando trabajaba en la radio allá en los primeros 90s. No recordábamos lo incómodo que es cambiar cada disco a lcada canción y darle la vuelta. Carlitos, ¡¡¡tenías que haber traído Long Plays!!!
Al celebrar también un día de puertas abiertas dentro de las jornadas PINYA en el Día Mundial del Medio Ambiente, nos pusimos contentos cuando sonó el telefonillo y una voz amable dijo: “¡Hola! Soy Miquel. Y vengo con el móvil apagado”. Por lo que compartimos y por el ratito que pasó con nosotros (quizás también por el café ;@) ;@) Miquel ha prometido volver a visitarnos. ¡Hasta pronto!
La jornada, que fue una jornada de trabajo atípica pero jornada de trabajo a fin de cuentas, siguió con reuniones sin pantallas con diferentes colaboradores, poniéndole los cuernos a Google buscando y rebuscando en nuestra olvidada biblioteca y dándole a la máquina de escribir que aunque no tiene CTRL+Z también mola mucho. Usamos libretas y tiramos de bolígrafos, que en muchos casos acabaron mordisqueados como método de control de ansiedad pantallil. Curiosamente todos terminamos trabajando en el salón de La Plaza, siguiendo la luz y la comodidad de los sillones y más cerca los unos con los otros.
Imaginamos que al final cada uno vivió esta experiencia a su manera.
Algun@s aliviados cuando a las 19.30 cerramos la jornada y se pudo volver a conectar ordenadores. Otr@s agobiados temiendo la avalancha de correos pendientes que quedarían por resolver. Un@s y otr@s coincidimos en que el experimento, que apenas pudimos preparar y que Susanna tuvo que romper obligatoriamente durante 10 minutos tras la llamada de un cliente, había merecido la pena. Hasta Óscar, nuestro social media manager, se las apañó para sobrevivir unas horas sin la tiranía de los muros y los followers.
¿Fue productivo empresarialmente hablando?
A primera vista no lo fue, ya que todas las tareas acumuladas en nuestros buzones y ordenadores durante ocho horas se añadieron a las del lunes (los más precavidos avanzaron las más urgentes durante el finde para evitar un lunes de locos). Pero con una planificación adecuada, y con colaboradores y clientes que se unen al juego, un día así puede ser tremendamente provechoso. Además, algunas de las "metodologías de trabajo sin pantallas" que pensamos durante la jornada pueden aprovecharse para el resto del año (por ejemplo, queremos implantar las reuniones caminando en la plaza alrededor de la fuente, evidentemente, sin pantallas).
A nivel humano, sí que todos salimos enriquecidos. Tras el estrés y aturdimiento inicial, a las pocas horas te das cuenta de que se puede estar sin la tensión continua de chequear el whatsup y sin la ansiedad generada por el siguiente email que estás a punto de recibir con la eterna duda: ¿vendrá en son de paz?
Aunque en una lectura rápida pueda pensarse que celebrar el Day Without Screens en el Día Mundial del Medio Ambiente tiene que ver con el ahorro energético y tecnológico, la realidad es mucho más sencilla. Cuando volvemos a lo básico, cuando nos despojamos de las mil "necesidades" impuestas por la vida moderna, entramos en contacto con nosotros, con los que nos rodean y por ende, con el planeta.
Repetiremos.
Aunque nos va a costar tener que esperar un año para repetir esta fantástica experiencia.
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