
Desde luego que no hay verano sin canción-aullidogatuno-meneodepandero-perreocomosinohubieraunmañana. La canción del verano es necesaria en todos sus formatos, así como necesario es bailarla sea en el estado que sea: borracho, drogado, con sobredosis de azúcar, con insolación, otra vez borracho o limpiando el polvo un martes mañanero. Es imposible deshacerse de ella. Y lo bonito de las desorientadas guiris es que se dejan poseer por el baile de San Vito hasta con canciones de Falete. Cualquiera les quita las castañuelas de dos euros.