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Bernardo lo tenía todo previsto. Su peine, el bañador, la bolsa de aseo, calzoncillos de sobra, bastoncillos para las orejas y la cabeza de su gestor. Y es que la gente no sabe lo duro que es ser autónomo hoy en día. Tanto papeleo, tantas facturas, tantos tickets que guardar y tantísimo IVA que declarar. El pobre Bernardo no pudo más y lo pagó con la persona que más le quería, aunque fuera por su dinero. Le cortó la cabeza y la metió en su maleta para irse de vacaciones por la ciudad, ya que con lo que le había robado el gestor no podía irse de veraneo ni a Hospitalet. No sabía qué hacer con la cabeza. Lo mejor era enterrarla en la Barceloneta. Y la maleta, directa al tinte. Que el ticket ya lo metería en la siguiente declaración.
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