14 de mayo de 2014
HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. TOLÓN TOLÓN
Cada mañana nada más despertarse, Julio abría la persiana y salía al balcón. Le gustaba sentir esa primera bocanada de aire para comenzar el día y ponerse en marcha. La única diferencia es que siempre dormía desnudo, y así es como se asomaba a la ciudad, con todo su esplendor colgando. Los turistas asombrados siempre gritaban ‘The naked man!’, y no tardó en ser en noticia en todos los blogs de viajes y guías de ocio como si fuese un monumento más. A Julio le encantaba, claro. No hay nada más placentero para un exhibicionista que tener a gente bajo su balcón esperando sus campanadas mañaneras. Y cuando se movía y hacía ‘tolón - tolón’, la gente le hacía fotos, le vitoreaba, e incluso estudiantes de Bellas Artes lo utilizaban como modelo. Incluso las terrazas sacaron tajada, y los churros con chocolate se convirtieron en el desayuno perfecto para ver el espectáculo. Ni Evita y ni siquiera el mismísimo Papa consiguieron causar tanto revuelo desde un balcón. De haberlo sabido, seguro que Julio podría haberse ofrecido como su telonero.
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