Dicen que los niños vienen con un pan bajo el brazo, otros nacen con estrella y otros lo hacen de culo. Pero todos coinciden en hacer una entrada triunfal en el mundo junto a un chorrazo de agua. Diana, cantante de cabaret y embarazada casi en la recta final, sabía que la pequeña Sofía iba a hacer su aparición estelar por todo lo alto. Diana se había puesto guapa, con un vestido precioso que le cubría toda su enorme tripa de la mejor forma posible. Le tocaba ser testigo en la boda de su hermana, y se temía lo peor. Justo cuando cruzaba la plaza camino de la iglesia, Sofía empezó a taconear dispuesta a salir al escenario. No… ¡ahora no! Se apoyó en una palmera y supo que había llegado el momento. Antes de que pudiera pedir ayuda, sintió como si se hubiese roto una tubería entre sus piernas. ¡Maldita sea! Su hermana la iba a matar. Bueno, llevaba recriminándole cosas toda la vida, así que fastidiarle la boda sería una más de la lista. Cogió un taxi y se fue al hospital. Y Sofía llegó, pero a diferencia de otros bebés, lo hizo riendo. Cuando el médico le dio la palmada en el culete, la niña soltó una carcajada. Tenía muy claro que, ya que iba a venir a este mundo cruel, por lo menos iba a pasárselo bien.
13 de mayo de 2014
HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. EL ESPECTÁCULO DEBE CONTINUAR
Dicen que los niños vienen con un pan bajo el brazo, otros nacen con estrella y otros lo hacen de culo. Pero todos coinciden en hacer una entrada triunfal en el mundo junto a un chorrazo de agua. Diana, cantante de cabaret y embarazada casi en la recta final, sabía que la pequeña Sofía iba a hacer su aparición estelar por todo lo alto. Diana se había puesto guapa, con un vestido precioso que le cubría toda su enorme tripa de la mejor forma posible. Le tocaba ser testigo en la boda de su hermana, y se temía lo peor. Justo cuando cruzaba la plaza camino de la iglesia, Sofía empezó a taconear dispuesta a salir al escenario. No… ¡ahora no! Se apoyó en una palmera y supo que había llegado el momento. Antes de que pudiera pedir ayuda, sintió como si se hubiese roto una tubería entre sus piernas. ¡Maldita sea! Su hermana la iba a matar. Bueno, llevaba recriminándole cosas toda la vida, así que fastidiarle la boda sería una más de la lista. Cogió un taxi y se fue al hospital. Y Sofía llegó, pero a diferencia de otros bebés, lo hizo riendo. Cuando el médico le dio la palmada en el culete, la niña soltó una carcajada. Tenía muy claro que, ya que iba a venir a este mundo cruel, por lo menos iba a pasárselo bien.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.