17 de abril de 2014
HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. CAPERUCITO ROJO
El cuento era muy distinto. Aquí no había magia ni perdices que comer al final. Daniel se ponía su sudadera roja cada noche, y recorría las calles de Barcelona ofreciendo latas de cerveza hasta que se hacía de día. A veces llovía y tenía que resguardarse en algún portal, y otras veces hacía tanto frío que no sentía ni las manos. No, no había nada de mágico en aquello. Era el único camino para él. Estaba acostumbrado a no tener sueños, ni ilusiones, ni planes. Todo eso era una pérdida de tiempo y dinero. Lo importante era volver a casa (si se le puede llamar así) con el bolsillo lleno de monedas, y ninguna lata en la bolsa. Y así pasaba su vida, sin saber cómo acabaría el día o si volvería intacto. De calle en calle, y muchas noches en vela. Su final feliz es abrirse una de las latas de cerveza que vende y dormir unas pocas horas para volver a empezar. Así es el cuento de Daniel.
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