Los buenos tiempos eran los de la guerra. No lo digo yo. Lo dicen las palomas de la plaza, mensajeras retiradas a las que no les ha quedado ni una triste pensión. Eran jóvenes y lo dieron todo, sobrevolando los caminos a toda velocidad para llevar códigos y estrategias secretas que protegían con su vida. Se la jugaban, y muchas no regresaron de su misión. Las supervivientes se ganan la vida como pueden, persiguiendo a los turistas ofreciéndoles todo tipo de estupefacientes. ‘Porros, coca, speed’… repiten sin cansancio por cada oscura esquina. Te lo consiguen todo con la mayor discreción, muy profesional todo, como en los buenos tiempos. Alguna ya ha salido en un especial de ‘Callejeros: los héroes olvidados’, donde confiesan haber cambiado los papeles con instrucciones secretas por papelinas con polvo de ángel. Un triste destino que no se esperaban. Nos puede pasar a todos.
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