28 de marzo de 2014
HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. VELOCIDAD CENTRÍFUGA
Era domingo. Ya llevaba remoloneando más de una hora, en un estado de casi inconsciencia en el que me podía pegar todo el día. Era domingo, claro. Me lo podía permitir. Pero decidí abrir mis pequeños ojillos y vaguear por la ciudad. Me desperecé y abrí la persiana. Los ojos casi se me salen del asombro, cuando vi que la pequeña plaza estaba colapsada de ráfagas de colores que se movían como relámpagos de un lado a otro. ¿Estaba soñando? ¿Era una aurora boreal? ¿Una tormenta terrestre de rayos y centellas? ¿O me habían echado algo en la copa el día anterior? Me concentré en uno de los rayos y vi una mano, luego unos pies… ¡era una persona! Entonces… ¿Qué coño era eso? ¿Era aquello una concentración de héroes con el súper poder de la velocidad? Pues no… sencillamente era gente estresada, como tú y como yo, que nos faltan días, vida y alma para hacer todo lo que este ritmo frenético al que llamamos sociedad nos ha impuesto. Los domingos ya no son domingos, son 'undíamásparahacertodoloquenomedatiempoenlasemana', ni la vida es ya lo que era, vida. Somos ráfagas centrífugas, efímeras y pasajeras, somos viento huracanado que se ahoga a sí mismo.
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