21 de febrero de 2014
HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. VUELA ALTO Y LEJOS
La plaza sufría de sobrepoblación, pero no de turistas como cabía esperar, sino de palomas. Llegó un punto en el que parecía un remake de Los Pájaros, y daba bastante miedo siquiera cruzarla, más por la posibilidad de llevarte una cagarruta en el hombro. Se reproducían de una forma vertiginosa, y se buscó una solución, pero sin matarlas claro. Existía una espantadora profesional, era el terror de cualquier bicho volador, que huía atemorizado hacia otras tierras. Se llamaba Martina, era rubia y con una cara de pilla que no podía con ella. Su método era infalible, sólo necesitaba unos minutos para gritar y corretear sembrando un terror avícola que despejaba cualquier nido. Y si conseguía atrapar a sus víctimas, era tal la intensidad con el que las sujetaba para darles amor que acababa matándolas sin querer. En un pis pás, Martina se puso manos a la obra y corrió como las locas creando una migración de palomas inusual para aquella época del año. No quedó ni una. Y como la vida siempre asoma su cara más irónica, cuando Martina creció y tuvo su primera hija, ¿qué nombre le puso?
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