Ahí estaba Rosana. Mirando de izquierda a derecha a ver si reconocía a ese misterioso caballero con quien su hija le había concertado una cita a ciegas por Internet. Después de ver visto vagamente a aquella mujer en su casa, se dio cuenta de que era momento de mover ficha también. ¿Sería aquel hombre con gorra de su derecha? ¿Aquella mujer tan bien vestida de blanco?. Ella nunca había tenido esas inclinaciones lésbicas. Claro que por otra parte ese estaticismo había sido el supuesto motivo de su separación. Así que ni corta ni perezosa, se dirigió a la mujer y se presentó. Qué sorpresa al darse cuenta de que no se trataba de ninguna mujer, sino de su ex-marido travestido. Y de repente, sonrió al comprender que había superado su separación en 0.5 milésimas de segundo. Qué maravillosa historia tendría a partir de ahora para contar a sus amigos...y a sus abogados.
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