Entró en la plaza y todo el mundo estaba como congelado. ¿Qué los había dejado así, tan siniestramente quietos? ¿Se quedarían así para siempre? Él no se lo planteó, se limitó a desnudar a todas esas estatuas humanas tan rápido como pudo, se marchó con su ropa y al mes siguiente abrió una tienda de segunda mano.
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