28 de febrero de 2013

DÍA DE ESTANTERÍAS. TARDE DE ESTANTERÍAS. NOCHE DE ESTANTERÍAS


Esta tarde vienen a montarnos los 3,80 metros de estanterías por eso hemos dejado tapado el cable de la fibra óptica y hemos imaginados todas las posibles combinaciones de alturas para que el montador vaya al grano y no le mareemos mucho.

Antonio y Cristina marcan la altura a la que irán los cajones y en la que los enchufes no quedarán atrapados entre puntal y puntal. Pura ingeniería, pura arquitectura.

Al final, aunque nosotros no las ponemos pasamos un rato por los suelos plateando dónde cómo y de qué manera estarán guardados los routers wifi y alargos.

No es lo mismo que el puntal empiece en óvalo o empiece en círculo porque se descuadra la estantería y es imposible que las baladas queden rectas. ¡Ciencia pura y dura!

Hay que poner todos los puntales de la misma manera para que todo quede recto. Poner tornillo quitar tornillo. Es fácil pero lleva tiempo.

Nos entra la crisis de las estanterías. No sabemos si nos gusta que estén en la entrada. Vamos a probarlas en el otro lado del donut cuadrado.

Mejor en este lado que están todas las cajas de libros y así no habrá que moverlas.


Y ¿más allá o más acá?

Ahhhhhhhhhhh!!!!

Antonio, su reflejo y su sombra.

¡¡¡¡Tenemos estanterías!!!!

Cristina en su mundo paralelo con una manta en la cintura, una chancla y un calcetín.

Tras la cris de si las estanterías van en la entrada o si van dentro, miramos si los Congost van en la entrada o si van dentro.
En la entrada molan. Dentro también.

Nos vamos a casa sin tener nada claro dónde van las estanterías. Mañana con luz natural, decidiremos.

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