Eran una pareja islandesa de viaje de novios en Barcelona.
Muy felices los dos. Ella ni se lo creía y decidió vestirse de blanco todos los
días que durase el viaje, como para acordarse de que sí, se habían casado. Paseaban por las ramblas, extasiados por todas esas flores
que nunca crecerían en su frío país. Parados en un puesto, el le dijo a ella: «¿qué te parecen estas semillas? » A lo que ella contestó: «ensemíllame a mi».
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