15 de julio de 2014

HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA


La gente más feliz del mundo son los grandes ignorantes. No se cuestionan de dónde venimos, para qué sirve esto o lo otro, por qué los pingüinos no vuelan, para qué demonios sirve una cucaracha... Curiosamente estas felices personas son los reyes de la clamidia, hacen sentir en un pedestal al mismísimo Murphy por ser verdaderos atractivos del caos y nunca dejan de pasarles desgracias (poco les pasa para ir por la vida como pollos sin cabeza). George era un feliz ignorante, que vino a Barcelona por el sol y la sangría y se volvió a Bristol con una dermatitis de campeonato. Y es que cualquier persona con dos dedos de frente (o la mitad de uno) reconocería el peligro y el profundo asco que contiene el agua turbia de color verdoso, donde lo más bonito que puedes encontrar es una puerta secreta a Mordor.

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