8 de mayo de 2014

HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. EL LIMÓN ASESINO


El Gobierno dio la noticia: ‘Queda prohibida la venta y consumo de limones hasta nuevo aviso’. Su versión era la famosa leyenda urbana que contaban todas las abuelas desde tiempos inmemoriales: nunca te comas los limones de los árboles de la calle porque los yonquis los usan para limpiar las jeringuillas. Aunque el verdadero motivo era una fuerte intoxicación que se estaba extendiendo debido al uso de un fertilizante procedente de China, más barato y en fase de prueba, que había comenzado a utilizarse en numerosas plantaciones. Pero no todos habían caído en las garras de la codicia. Marcela tenía su propia huerta ecológica, y sus limones estaban fuera de peligro. Así que comenzó su propia lucha cítrica, muy en contra de la demonización que se estaba haciendo. Creó una asociación secreta de huertos privados para hacer una campaña callejera a favor del limón. Reclutó a una tropa de defensores limoneros, que cada mañana se paseaban por la ciudad con un característico uniforme amarillo, informando y ofreciendo chupitos de limonada fresca de contrabando. El consumo de limones se redujo sólo un 30%, frente al 90% que pronosticaban las noticias. No se sabe si Marcela y sus cómplices tuvieron mucho que ver, o si el placer de tomar una buena ginebra con rodajita de limón hizo que la gente asumiera el riesgo con mucho gusto.

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