7 de marzo de 2014

HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. VÉRTIGO


Desde que Olga era pequeñita, subía corriendo al terrado de su casa cuando salía del cole y se pasaba allí las horas jugando. Su madre siempre le decía lo mismo: ’¡Ponte crema que luego te quemas!’. Y ella se embadurnaba hasta que parecía un fantasma. Se inventaba mil historias en aquel tejado, dragones y princesas, vivir en la selva, ser una sirena y hasta viajaba por el tiempo en una nave espacial. Un día empezó a oscurecer, y le pareció raro que su madre no hubiese subido a decirle que ya era hora de cenar. Sintió un pellizco muy raro en el estómago, y bajó corriendo. No había nadie en casa. El pellizco era cada vez más fuerte. ¿Dónde estaba su madre? ¿Se había ido para siempre? ¿Era culpa suya por no hacer los deberes? Pasaron las horas hasta bien entrada la noche. Olga seguía de pie, porque su madre siempre le reñía cuando manchaba el sofá con el protector solar. De pronto se abrió la puerta y entró su tía gritando su nombre. Le explicó que a su madre le había dado un infarto y estaba en el hospital. Su tía llevaba horas buscándola por las calles, preguntando a toda la gente de la plaza, y el único sitio donde no miró fue en la azotea. Hasta día de hoy, Olga no volvió a subir a ningún terrado. Dice que tiene miedo a las alturas.

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