6 de marzo de 2014

HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. EL HURTO


A Belén le robaron su árbol. Desde que empezó a estudiar en la universidad, siempre se apoyaba en el mismo tronco del Campus. Era el sitio perfecto, cómodo, amplio, con sombra, césped acolchado, sin gente, al aire libre y ni una cagada de pájaro. Cada tarde se pasaba allí las horas repasando los apuntes. Pero un día, una rubia con extensiones le había quitado el sitio, ¡SU SITIO! Y lo peor es que encima la susodicha ni siquiera estaba estudiando. Estaba leyendo el ‘¡Hola!’. Belén no se atrevió a decirle nada, porque no tenía ninguna orden judicial para hacerlo (maldita sea). Tuvo que pasar la tarde en la apestosa biblioteca y se consoló pensando que sólo sería cosa de un día, que no había por qué alarmarse. Al día siguiente, de nuevo la rubia. Y al otro, y al otro, y al otro… ¡Joder! Belén se rindió, y tuvo que irse con el rabo entre las piernas. Decidió buscar árbol como el que tiene que buscar piso, y olisqueó cada rincón de Barcelona hasta que llegó a una pequeña plaza. Era bonita, coqueta, y aunque no había árboles, ni césped, había una hermosa palmera que le serviría de momento. Lo que no sabía la pobre, es que en aquella palmera vivían roedores, y el momento en el que vio a una rata trepar por el tronco casi rozándole fue el final de su relación arbolaria. Huyó despavorida y pensó que, al fin y al cabo, la biblioteca no olía tan mal.

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