Un grupo de personas se reunió sospechosamente alrededor de la fuente. Murmuraban en voz baja, y aunque aparentaban ser un grupo de turistas, sus miradas conspiratorias eran muy extrañas. Una paloma de paisano se acercó al grupo disimulando estar interesada por unas migas de pan, y escuchó a uno de ellos decir algo de que a medianoche comenzaría la misión. La paloma, se lo dijo a la rata, ésta a la palmera, la palmera al camello, el camello a la puta, y toda la plaza se pasó el mensaje. A las 00.00, unas sombras corrieron hacia el centro de la plaza, apenas hacían ruido y parecían auténticos ninjas. De pronto, una de las palomas dio la señal de alerta y las palmeras se tiraron al suelo para acorralar a los intrusos. Los bares encendieron sus luces y no podían creer lo que vieron. Un grupo de personas habían levantado la fuente y estaban intentando robarla. ¡Pillados in fraganti! Soltaron la fuente y empezaron a escapar trepando por los balcones. Eran auténticos profesionales y no se pudo cazar a ninguno. Desde ese día, los habitantes de la plaza decidieron organizar patrullar vecinales. El incidente no volvió a repetirse, pero cada vez que se reúnen más de cinco personas alrededor de la fuente, es inevitable ver a una paloma alrededor buscando migas de pan.
10 de marzo de 2014
HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. EL SECUESTRO
Un grupo de personas se reunió sospechosamente alrededor de la fuente. Murmuraban en voz baja, y aunque aparentaban ser un grupo de turistas, sus miradas conspiratorias eran muy extrañas. Una paloma de paisano se acercó al grupo disimulando estar interesada por unas migas de pan, y escuchó a uno de ellos decir algo de que a medianoche comenzaría la misión. La paloma, se lo dijo a la rata, ésta a la palmera, la palmera al camello, el camello a la puta, y toda la plaza se pasó el mensaje. A las 00.00, unas sombras corrieron hacia el centro de la plaza, apenas hacían ruido y parecían auténticos ninjas. De pronto, una de las palomas dio la señal de alerta y las palmeras se tiraron al suelo para acorralar a los intrusos. Los bares encendieron sus luces y no podían creer lo que vieron. Un grupo de personas habían levantado la fuente y estaban intentando robarla. ¡Pillados in fraganti! Soltaron la fuente y empezaron a escapar trepando por los balcones. Eran auténticos profesionales y no se pudo cazar a ninguno. Desde ese día, los habitantes de la plaza decidieron organizar patrullar vecinales. El incidente no volvió a repetirse, pero cada vez que se reúnen más de cinco personas alrededor de la fuente, es inevitable ver a una paloma alrededor buscando migas de pan.
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