20 de febrero de 2014

HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. LOS ESTORBADORES


Cada vez era más común dedicarse a profesiones que rozaban el surrealismo. El cobrador del frac, susurrador de caballos, peluquero de calvos, y la última moda, los estorbadores. Y es que cuando la necesidad aprieta, el ingenio se supera. Ser un estorbador se había convertido en un trabajo, no como cualquier otro, pero trabajo al fin y al cabo. Estas personas se dedicaban a interponerse en la visión de otras, ya fuese para observar un bonito paisaje o para hacer la foto perfecta. Pero, ¿por qué? ¿qué pretendían, además de joder el momento? Eran contratados por aquellos que pueden pagarlo todo en esta vida, para cansar y ahuyentar a la gente, y así ellos poder disfrutar sin aglomeraciones. Desde hacía unas semanas, esta tendencia había llegado ya a la plaza, por lo que se estaba llenando de ciertas personas que formaban una especie de barrera futbolística sólo para fastidiar al personal. Eran peor que los carteristas, porque estos al menos te metían la mano en el bolsillo sin molestarte. Estaba teniendo tanto éxito que la extraña moda se extendió por las ciudades más turísticas, llegando a su mayor apogeo en temporada alta, donde se presenciaron auténticas murallas humanas. Siendo positivos, se crearon nuevos puestos de trabajo, y ya que hay auténticos profesionales del ‘arte de dar por saco’, por lo menos consiguieron ganar dinero con su don innato.

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