5 de diciembre de 2013

HISTORIAS IRREALES EN LA PLAZA REAL. 24H DE REALITY


Que Leonardo grabara todos los segundos de su vida a la gente dejó de parecerle extraño. Incluso dormido, abrazaba su cámara y registraba todas sus noches. Sin embargo parece paradójico su deseo de no ver absolutamente nada de lo grabado. Leonardo quería grabar el 50% de lo que le quedaba de vida, para pasarse el 50% restante viéndolo. No por ningún motivo superficial o pretensioso.  Sino porque siempre se había sentido espectador de su propia vida. Instantes efímeros y frágiles, que quería revivirlos una última vez antes de terminar bajo suelo. Armarios y cajones llenos de cintas. Segundos perpetuados. Instantes petrificados. Leo lo tenía planeado desde el momento en el que le dieron a conocer la existencia de una máquina que permitía guardar todo lo que él consideraba único. Una vez finalizado su primer 50%, se sentó a ver la primera de las cintas y cayó en cuenta de su terrible ignorancia. Podía haber guardado lo sucedido, pero lo sentido, lo vivido, lo respirado y lo olido, quedaba fuera de los límites que hasta la mejor cámara de video podía ofrecer. Así que cogió su grabadora, y desinmortalizó su último momento en la Plaza Real, para tirarla después a la fuente y empezar a capturar los momentos debidamente en primera persona, y visitarlos en algo llamado recuerdo.

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