Todo empezó cuando entre el jaleo de Portaferrissa, emergió un sonido inconfundible: el silbido de el afilador.
¡¡¡Tirorirorí!!!
Salimos al balcón y ahí iba el afilador, con su vespino y su flautilla ofreciendo sus servicios (salimos cuando ya se iba, así que apenas pudimos grabarle).
Una imagen de los años 70 y de los pueblos de España en pleno centro de Barcelona siglo XXI. Coyonut.
La invasión callejera en nuestros balcones se completó con algo que apareció entre las hojas de nuestro ficus lyrata.
Aunque parezca un cepillo de dientes de viaje, se trata del gadget del verano 2010, ese objeto que todos los veranos aparece en el centro de las grandes ciudades de toda Europa vendido por los comerciantes callejeros locales: chinos, rumanos, albaneses o en el caso de Barcelona, indo-paquistaníes.
¿Os acordáis de los muñecos simpson de cartón que bailaban al son de la música tan verano 2005?
Pues el gadget de este verano es este chisme que lleva un LED y una helice de papel que le ayuda a volar cuando lo lanzas al aire con una goma de zapatero. En la plaza de la catedral por la noche los vendedores lo lanzan al cielo con su lucecita compitiendo a ver quién lo sube más alto, 20 y 30 metros, esperando que en su caída atraiga los ojos de algún turista ávido de recuerdos from Barcelona.
Evidentemente, el vendedor que coló este chisme en nuestro balcón se despistó un poco.
O quizás el azar y un poco de aire nos regalaron esta pieza de sabiduría streetwise.
Quién sabe.
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