"El éxito no radica en adelantarse muchos años al futuro, sino en adelantarse al futuro unos pocos meses y sacar partido de ello."
Una frase similar a ésta la escuchamos en boca de un exitoso emprendedor hablando de las claves de su triunfo. Tío listo del que tendríamos mucho que aprender.
Lo nuestro ha sido siempre, quizás desde pequeñitos, una historia de adelantarnos mucho en el tiempo.
Tanto, que a veces nos quedamos sin referentes que nos ayuden a explicarnos. Visionarios.
Suena cool, cierto. Pero en realidad, lo que genera es cierta sensación de inutilidad.
(Los visionarios sólo tienen reconocimiento cuando están muertos, lo que siendo sinceros, es un consuelo de tontos).
Llevamos nueve meses proponiendo a toda Barcelona que sueñe con el mundo del futuro, y los sentimientos son encontrados. Mucho resultadismo ("no me jodas con el futuro cuando el presente está tan mal") y poca amplitud de miras ("para qué sirve esto").
Pero los 3.000 mensajes que han dejado gentes de todo tipo, desde niños pequeños a ancianos de 90 años, nos han hecho sentir que no somos tan especiales. La gente, cuando se deja fluir, tiene una gran necesidad de volar en el tiempo más allá de lo que la utilidad del impone.
Carlitos imaginó, con gran dosis de inutilidad, que en el futuro los zoos se convertirían en zoos de estrellas:
Hoy un gran periódico, simultáneamente y por su cuenta, vino a hablar de lo mismo:
¿No será que la tiranía del presente ha sepultado nuestra capacidad de soñar el futuro? ¿No estaremos viendo demasiados telediarios?
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