12 de abril de 2010
REFLEXIONANDO CON EL CHUCUCHÚ
Camino de Madrid nos ha sorprendido y alegrado esta fantástica puesta de sol (dale al play).
Nunca hemos entendido a los que piden pasillo, especialmente en el avión. Una de las pocas ventajas que aún mantiene el avión sobre el tren (de alta velocidad) es la posibilidad de ver la tierra desde el cielo, algo que nos hace tocar con los pies en la tierra aún cuando estemos a miles de metros de altura.
Ver la tierra a vista de pájaro puede que sea la única ventaja que aún le queda al avión para un mismo trayecto.
Tardas lo mismo, o incluso menos. Sabes que llegarás puntual casi con toda seguridad. Disfrutará de dos horas y media de tiempo para lo que quieras sin interrupciones no cambios de presión. Sumando todos los gastos, viajes al aeropuerto, tasas y demás, los precios son similares. No hay que desnudarse para pasar el arco de seguridad. Te puedes levantar, pasear, y nunca aparecerá el botón de abrocharse los cinturones por turbulencias. Puedes usar el móvil (a nos ser que sea un iPhone de esos que tienen poca cobertura).
Y por último, y muy importante, la huella de gases de efecto invernadero que deja el tren por cada pasajero es infinitamente menor que la de un avión.
Señores de RENFE, nos hemos ganado un descuento, ¿no?
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