Ayer dejamos en el balcón a nuestro visitante temporal (o para ser más exactos, nuestro visitante del temporal) para ver si sobrevivía y nos recibía por la mañana.
Pero esta mañana al llegar nos hemos encontrado con esto: un plato vacío con dos palillos.
O bien se las ha pirado desnuda (recordemos, era una muñeca de nieve) o bien se ha ventilado un par de pinchos y ha dejado los restos. Nos negamos a creer que la muñeca se ha fundido.
Vuelve pronto. El año que viene o al otro. No esperes otros 25 años para llenar nuestras calles de nieve y sembrar un poco de caos en la ciudad.
¡Qué aburrida sería la vida sin estas cosas inesperadas!
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