UNA GENERACIÓN EN BUSCA DE NOMBRE

el otro día leíamos en algún diario económico una noticia que los diarios destacaban como negativa: la edad media del “emprendedor”, esos que se lanzan y crea una empresa, estaba subiendo. cada vez menos veinteañeros se lanzaban a la aventura, y la cifra de los que recién acabada la carrera y creaban empresa también disminuía. por el contrario eran los mayores de 35 los que lideraban la creación de empresa.

en la noticia se analizaba todo esto y la conclusión era que en términos de “competitividad” (esta es la segunda palabra entrecomillada de este artículo, otra palabra que por alguna razón, lo mismo que emprendedores, no nos acaba de gustar mucho), la subida de la edad media de los que creaban una empresa era un dato no muy bueno.

nosotros queremos verle otro lado a esa noticia, un lado mucho más positivo quizás porque nos toca de lleno: que seamos los que nos acercamos a los cuarenta los que estemos liderando la creación de proyectos empresariales de todo tipo, es una estupenda noticia.

nosotros, con nuestros muchos años de experiencia trabajando en empresas crecidas al amparo de burbujas económicas sucesivas;
nosotros, con nuestros hijos recién nacidos, padres y madres que atrasamos la creación de una familia (del tipo que sea) hasta conseguir una “estabilidad laboral”;
nosotros, que en alguna medida, a lo largo de nuestra carrera profesional tuvimos algún problema con el estrés, la ansiedad, el mobbing y la presión laboral;
nosotros, a los que mayo del 68 nos pilló sin nacer, a los que el muro nos cogió preocupados de ligarnos a un chico o a una chica, los que no protagonizamos ninguna revuelta estudiantil significativa y a los que el movimiento antiglobalización nos cogió abriéndonos hueco en empresas globalizadas;
nosotros, que casi con toda seguridad fuimos despedidos en alguna ocasión o vivimos en la amenaza de serlo;
nosotros, que nos hicimos mayores de edad en medio de los excesos de los ochenta y la locura yupi y marbellí, pero que sólo la vivimos por las películas de hollywood;
nosotros, que vimos nuestros salarios congelarse en los noventa, mientras el precio de los pisos subía y subía;
nosotros, hartos de un sistema empresarial que habla de RSC y de “conciliación” pero que no establece las medidas reales para cambiar efectivamente en esas áreas;
nosotros, en medio de un sistema que se resquebraja, de unos bancos que hacen aguas y de una bolsa que se hunde;

nosotros, gentes nacidas a principios de los setenta, somos los que estamos creando una nueva red empresarial, un nuevo modelo de empresa (de organización, de compañía, de proyecto económico social...), una nueva manera de hacer negocios y sí, de ganar dinero.

nosotros, y nuestros hijos, nuestras hipotecas, nuestras parejas y ex-parejas de todo tipo, nuestros incipientes dolores de espalda, nosotros y nuestra creciente dificultad para recuperarnos de una noche de marcha (cosa de los años), nosotros somos los que por primera vez en nuestra vidas, y casi sin saberlo, estamos liderando una nueva revolución.

si el mundo ha de cambiar, si el sistema necesita nuevos modelos, nosotros y nuestras nuevas pequeñas empresas al margen de la Gran Economía son el modelo que puede marcar el futuro.

esta generación desheredada necesita un nombre.
la Generación X nos pilló jóvenes, y además esa generación tenia más sentido en el norte de américa. detrás de la generación x, vinieron generaciones para todas las letras del alfabeto, de la A a la Z. también vino la generación playstation, que nos pilló ya mayores (aunque seamos nosotros los que más videojuegos compremos), y la generación nocilla, que quizás nos represente, pero que nos encontró demasiado ocupados en nuestras cosas como para siquiera leer el libro.

quizás podamos llamarnos la Generación Cerda (o Generation Pig, que en inglés todo suena más global).
muchos de nosotros nacimos en 1971, Año del Cerdo, año de prosperidad y fortuna.
la historia parece decirnos que es nuestra hora.